Pluralidad
Cultural y Comunicación Participativa
La libertad de expresión es un derecho de todos, aunque
muchas veces se confunde deliberadamente “la libertad de expresión o de
información”, con “el derecho a la comunicación”.
Para Antonio Pasquali, “la libertad de información” es
una irónica contradicción de términos, ya que solo connota la libertad del
informador. Tomando a esta última como el derecho que tienen los periodistas y
los dueños de medios de comunicación para canalizar opiniones sin restricción,
pero el derecho de los pueblos a comunicarse sin tutela y sin intermediarios,
se considera un peligro para el poder establecido, para los medios hegemónicos
y mismos periodistas que ven en riesgo el espacio laboral que administran con
una mentalidad feudal, defendiendo a veces a los dueños de los medios como si
la comunicación fuera un derecho privado y no un derecho de todo ser humano y
fundamental.
En este caso, son los procesos de comunicación
participativa quienes fortalecen las identidades y promueven la diversidad y la
competencia comunicativa a la pluralidad cultural a través del diálogo
horizontal. Es por eso que la diversidad cultural y pluralidad son
imprescindibles en la construcción de la democracia participativa y directiva.
Muchos debates se han dado para analizar la comunicación
desde distintas perspectivas. La UNESCO, a fines de 1970 invitó a una comisión
de expertos presidida por el Premio Nobel de la Paz Sean McBride, para analizar
la situación de la comunicación y de la información a nivel mundial.
Este análisis del informe McBride, publicado con el
título “Un solo mundo, voces múltiples” abordó la problemática de la
comunicación desde una perspectiva histórica, sociológica y científica. Este
informe hizo un llamado a los estados para recuperar la comunicación como un
bien público y para establecer las reglas del juego para limitar el poder
incontrolable de las grandes empresas mediáticas.
Cuando leemos ese informe en la actualidad, ya que la
situación ha empeorado en muchos sentidos; vivimos en un mundo audio-visual en
el que la realidad es cotidianamente re-escrita por las grandes empresas y
legitimada de acuerdo a la óptica de los medios masivos.
Los medios masivos comerciales distorsionan la cultura y
ejemplo de ello es la discriminación del género, el racismo.
Frente a esta incapacidad o timidez de los Estados de
hacer frente de manera eficiente a la hegemonía de los medios en los últimos 10
años, surgió y han crecido las propuestas de observatorios de medios, que desde
la misma sociedad civil evalúan el comportamiento de los medios masivos
mediante informes sobre aspectos temáticos, específicos o generales.
Estos canalizan el comportamiento de los medios en
periodos electorales, como lo ha hecho el Observatorio Nacional de Medios en Bolivia
(ONADEM) la cobertura sobre la infancia, como lo hace regularmente ANDI en
Brasil.
El ex director Le Monde Diplomatique, el periodista
franco-español Ignacio Ramonet, sugirió en el 2003 la necesidad de crear un
observatorio internacional de medios, un “quinto poder” que represente a los
ciudadanos, ya que el “cuarto poder” de los medios, se encuentra hace muchos
años coludido con los intereses políticos y económicos y ha perdido toda su
independencia y el sentido de ética que debería guiarlo.
Pasquali señala que informar no es comunicar, desde su
acepción etimológica, comunicación tiene que ver con la puesta en común, con la
acción de “compartir”, de “crear comunidad” y de “participar”. El que informa
pretende dar “forma” a lo “informe”, aquello que se puede modelar.
Y si analizamos lo que Pasquali dice en el párrafo
anterior, nos damos cuenta que tiene toda la razón al decir que información y
comunicación son totalmente distintos; informar es solo hablar y hablar sin
recibir opinión alguna del que recibe la información, aquí el periodista solo
informa los hechos, ejemplo: las problemática de una comunidad.
La comunicación esta inmersa en la solución de un
problema, como el ejemplo anterior, todos los participantes en esta
comunicación tienen un papel activo.
Aunque podría decirse que para que ocurra comunicación,
se necesita de una información, ya que sin esta, lo pobladores o gobernantes,
no sabrían lo que pasa en cierta comunidad o pueblo.
Si hablamos de la cultura de los pueblos, decimos que la
cultura posee dos dimensiones dialécticas: la dimensión de la tradición, de lo
que está y nos identifica y la dimensión de la innovación, de lo que se
construye en el quehacer cotidiano, a través del proceso de interacción
cultural.
Pero es bastante obvio que una cultura no puede
evolucionar sino en contacto con otras. Entre las culturas que están en diálogo
se produce un proceso de negociación, que no es siempre simétrico y equitativo.
Para que esa interacción sea horizontal de igual a igual, es importante que las
culturas fortalezcan los procesos de comunicación.
“la clave de la comunicación intercultural es la
interacción con lo diferente, entendiéndose por ello todo aquello que objetiva
o sobre todo, subjetivamente, se percibe como distinto, sea cual sea el motivo
de distinción (raza, género, clase social, preferencia sexual, etc).
El reconocimiento a la dignidad y de las culturas, hace
que la persona tenga una actitud incluyente y proactiva de respeto por las
distintas condiciones, capacidades u opciones de vida, por las ideas y los
sentimientos de los demás, en un clima de apertura al diálogo.
Entonces podemos decir que los medios comunitarios,
alternativos, participativos, etc, cumplan una función fundamental en el
fortalecimiento de la identidad y de la diversidad cultural.
Los medios públicos, el segundo sector, que deberían
servir las necesidades de la población, son con frecuencia utilizados por los
gobiernos con fines político-partidarios.
José Galindo observa dos escenarios contrapuestos, la
sociedad de información que es dominante y la sociedad de comunicación que es
emergente:
“la sociedad de información tiene muy baja cultura de
comunicación, le interesa más el flujo de datos en ciertas direcciones, que
constituir formas sociales de encuentro y diálogo. La razón es simple, una
organización con trazos verticales no incluye a los horizontales mas que en un
orden secundario y subordinado”
Frente a ese escenario está la sociedad de comunicación
abierta y compuesta por ciudadanos libres y participativos, la de individuos
críticos y reflexivos.
La democracia es la cualidad central de este tipo social,
para su movimiento requiere del diálogo de los iguales, del acuerdo entre los
distintos pero tolerantes; para alcanzar formas de gobierno que efectivamente
sirven a la ciudadanía de manera horizontal.